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Trata y esclavitud sexual.

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    "Los puteros son psicópatas", relata una superviviente de trata en un artículo de la publicación digital llamada "efeminista" . Y, en mi larga experiencia, he visto de todo, he leído de todo, he oído de todo. Sobre todo, he esuchado de todo por parte de ellas, las profesionales. Creo que hay algunas cosas que la lucha abolicionsita obvia, pero entiendo que las obvie, porque son minoritarias. Tienen que ver con aquellos puteros que establecemos una relación estable con las profesionales que visitamos. Yo no sólo sabía que Celeste (nombre ficcionado y re-anonimizado, porque voy a dar algunos detalles de ella) no era víctima de trata, sino que utilizó mi nombre para alquilar un piso en el que recibía cuando se mudó al centro de Barcelona, porque necesitaba una nómina para alquilar y no quería utilizar un piso ya dedicado a ello. Conocíamos no sólo nuestro nombre real, sino hasta nuestros DNIs. De otra, tuve una vez que recogerle a su hijo de un entrenamiento (eran

Adiós

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Con Amanda no podría contar la de veces que he estado. La conocí hace más de quince años. De hecho, ella se retiró, y aún seguía atendiendo a unos cuantos de nosotros. Un pequeño grupo de elegidos, que sentía no traicionaríamos su confianza: La necesidad de confidencialidad cuando trataba de construir una vida a parte de este negocio es fundamental debido al terrible estigma. No sentía que fuera una relación por dinero. De hecho, yo siempre le dejaba una cantidad de dinero junto a la mesita de noche del hotel en el que íbamos a compartir rato, pues ya ni siquiera tenía sitio propio, y ni siquiéramos acordábamos tiempo. Una vez, al finalizar, tuve la sensación de que no quería cobrarme, o algo extraño dijo al respecto. Fue la última vez. Unas semanas más tarde, habíamos concertado una cita y yo había llegado a reservar un hotel para nosotros. El día anterior, me escribió un breve mensaje: "Lo siento, me retiro. Gracias por la confianza". Y apagó el móvil para siempre. No dio

Amor

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   Llevar varias décadas como putero da para muchas cosas, para idas y vueltas. Y no todo es una fiesta. Amor había sido una de las primeras profesionales con la que había estado. Su nombre era toda una declaración de intenciones. Además de hermosa, era una mujer que te arropaba aunque fueras para media hora. Te alojaba en su interior, te daba cabida a un lugar profundo de su corazón. Era follar como un loco, porque se ponía en cuclillas sobre tu pene hasta que no podía más, y era también quedar abrazado a ella, conectando con un ser humano a través de cuya respiración conectabas con el universo, con tu perdón, con la vida, con ella. Dice Sabina eso de "Allí donde has sido feliz, no deberías volver", o algo así. Es todo un eslogan para una vida basada en ese consumo que te consume: Aquel lugar ya no existe porque ya se agotó. Y eso decían, mucho años después en los foros, de Amor. No debías volver a verla, porque te decepcionaría. Yo volví. Tenía que verlo con mis propios oj

¿Abolición ya? Sí, ¿pero de qué?

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Como habreís ido viendo, este blog recoge una serie de experiencias personales sobre la prostitución desde la óptica del cliente. Y el enfoque general es el agradecimiento a estas extraordinarias mujeres que en general he encontrado en este mundo, de las que tanto he aprendido y tanto me han aportado. Mucho más allá de una satisfacción sexual, aunque con esto no quiero decir que la satisfacción sexual sea algo menos importante, pues es una de las necesidades básicas del ser humano. La cuestión que plantea el movimiento abolicionista, que como sabéis si habéis leído mis anteriores entradas, es un movimiento que cuenta con todo mi respeto aunque difiera en algunas de sus posiciones, ya que creo que desea lo mejor para las mujeres aunque creo que la óptica sea equivocada, queda, en realidad, de alguna manera refrendada por este blog. Básicamente, podría decirse que este putero que les habla está diciendo que ha recibido mucho más que satisfacción sexual por parte de las prostitutas, así

Miriam

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 Nunca podré olvidar a Miriam. Fue en un piso que funciona como casa de encuentros, con madanmme y todo, en el centro de Santa Coloma. Uno de los varios lugares que utilizan la crisis habitacional de nuestros días para colocar un negocio bastante lucrativo. Fui recomendado por un foro conocido de prostitución en Cataluña, buscando a otra chica. Luego supe que esta chica llevaba semanas sin estar por allí, pero la seguían anunciando como reclamo. Una práctica muy extendida en este tipo de lugares, que uitlizan la clandestinidad para llevar a cabo prácticas fraudulentas que no permitiríamos en ningún otro tipo de establecimiento. Por supuesto, también con las chicas y, por supuesto, también con los clientes. Quien piense que en este tipo de sitios el cliente es bien tratado, muy al contrario. La inmensa mayoría de los puteros requerimos un alto nivel de discrección, no sólo si están casados. Y eso, muchas veces, dificulta que alncen la voz sobre las situaciones que se viven, sobre el tr

La pequeña muerte

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 Correrse. Acto simbólico y, a la vez, real. Punto álgido de la relación, orgasmo, metáfora que une los cuerpos a un significado común. Está ligado a toda una razón y emoción, a una historia. Tiene tanto peso, que parece como si su ausencia mostrara un fracaso. Y, si pagas, tal fracaso puede volverse inaceptable. "El cliente siempre tiene la razón", dicen. Pero, curiosamente, en este mundo en el que supuestamente yo como cliente soy un macho explotador y violador en potencia, es donde más he aprendido que soy yo quien debe adaptarse y que tengo delante un ser humano íntegro, con sus peculiaridades, y precisamente eso es lo que me ha hecho replantearme muchas cuestones de mi sexualidad. Curiosamente, ser cliente de prostitución, en lugar de afrimarme en mi supuesto dominio patriarcal, me lo ha cuestionado. Y, a la vez, me ha hecho abrirme a formas distintas de entender mi sexualidad. Por ejemplo, el enorme placer de no correrme, y que sin orgasmo explosivo y sin eyacular haya

Yo era un caníval.

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 Llegué a pagar por sexo siendo antes mercancía. Las máquinas pornográficas como XVIDEOS o PORNHUB, me pulsionaban hacia la búsqueda ansiosa de un placer que, en esa misma búsqueda adicta, era imposible.    Un profundo narcisismo me llevaba a querer más, siendo, a la vez, menos. Pasé de ser mercancía, animal que en lugar de dar su carne ponía también su dinero: Pantalla - Masturbación - Anorgasmia - Pantalla - Masturbación - ... En las webcams. Y más, dije, ve. Y fui. Y visité. Y pagué. Y seguí consumiendo(me). Y, entonces, implosioné. Más vacío que mi propia mierda. Fue, entonces, que encontré a Ariadna, o su hilo. El laberinto del minotauro de la adicción consumista (totalmente legal y totalmente instaurada y permitida y legislada y regulada y...) me atrapó. Y Ariadna me salvó. Aquel día, yo creía querer sexo, pero en realidad, lo que necesitaba es que me quisieran. Y Ariadna me quiso. Me cuidó. Me brindó su guarida. Entonces, el caníval, el monstruo, no fue domesticado, sino amansad