Amor

Los Fósiles | Amigos de los Dinosaurios y la Paleontología

 

 Llevar varias décadas como putero da para muchas cosas, para idas y vueltas. Y no todo es una fiesta.

Amor había sido una de las primeras profesionales con la que había estado. Su nombre era toda una declaración de intenciones. Además de hermosa, era una mujer que te arropaba aunque fueras para media hora. Te alojaba en su interior, te daba cabida a un lugar profundo de su corazón. Era follar como un loco, porque se ponía en cuclillas sobre tu pene hasta que no podía más, y era también quedar abrazado a ella, conectando con un ser humano a través de cuya respiración conectabas con el universo, con tu perdón, con la vida, con ella.

Dice Sabina eso de "Allí donde has sido feliz, no deberías volver", o algo así. Es todo un eslogan para una vida basada en ese consumo que te consume: Aquel lugar ya no existe porque ya se agotó. Y eso decían, mucho años después en los foros, de Amor. No debías volver a verla, porque te decepcionaría.

Yo volví. Tenía que verlo con mis propios ojos. Sí, podía elegír quedarme con el recuerdo. Pero Amor existía, había evolucionado, aunque fuera como un canto rodado, y yo necesitaba volver a saber de ella, aunque fuera para comprobar que yo era parte de quienes habíamos ocasionado ese desgaste.

Me abrió como siempre, como tantas, escondida detrás de la puerta de su apartamento. Quise besarla, pero me hizo pasar antes a la habitación. No me reconoció al principio. Tardó. Para ella, había pasado aún más tiempo que para mi. El tiempo no es sólo largo, también es ancho, y para ella había tenido la anchura del océano.

Había una forma general que yo reconocía. Su silueta, como la plantilla de Amor, era la misma, su lazo azul en un lado, quizás hasta ese body negro brillante. Pero todo lo demás había sido removido. Era el fósil de Amor.

Ese fue mi primer pensamiento. El segundo fue: ¿Y yo? Quizás simplemente estoy ante un espejo. Le pregunté. Me dijo: "Ahora pareces más hombre".

No sé en qué momento tuve claro que no quería sexo. Quizás ni siquiera cuando la llamé lo quería, simplemente quería saber qué había sido de ella. Pero ella había activado el protocolo. Pactar tiempo - pagar - desnudarse - baño - preliminares según la profesional indique - francés - sexo - eyaculación - conversación intrascendente - baño - vestirte - despedida. El protocolo. Suena frío, pero es un marco de interacción que, a partir de que está claro y da seguridad (a ambas partes), permite, conforme avanza la relación, ser flexibilizado o no, o ser flexibilizado y después volver a él. Es un ritual. Permite interaccionar sin tener que estar hablando todo el rato, sin tener que estar pautando todo el rato. Y es ciertamente universal: En mi ya dilatada experiencia como putero, muy pocas lo contradicen.

Pues bien, activó el protocolo, y yo no supe contradecirlo. No tuve la claridad de ideas como para decir: "Me apetece hablar", básicamente porque siempre he sentido que si algo era violento en estas situaciones, era interrumpir unilateralmente el protocolo. Más que explorar por si incluye en sus servicios que le dé una cachetada cuando está a 4 patas o que le agarre el cuello cuando está en cowgirl. Y no quería esa violencia. Esa violencia simbólica que me parece más extraña y dañina que cierta agresividad.

Debí entrar en el protocolo con cara de quien llevan al matadero, en lugar de a quien llevan a recibir el placer, porque ella interrumpió mi procesión por la gymkhama del protocolo diciendo: ¿Qué te pasa? ¿No quieres follar?

No recuerdo qué respondí, pero insinué que quería hablar con ella, ponerme al día.

Me devolvió mi dinero y me echó.

Es difícil transmitir la dignidad profunda que subyace a ese acto, doble. Tanto el de devolver el dinero como le de echarme. Las personas que no estén familiarizadas con este mundo, quizás no lo entiendan.

Yo he estado con profesionales... recuerdo una vez a Scarlet, que me puso en misionero y simuló la penetración cogiendo el pene con la mano, mientras gritaba de placer. Yo simulé que no me daba cuenta, y simulé que me corría. Por supuesto, pagué, y por supuesto me parece que así debe ser y que ese servicio fue totalmente completo. Esta opinión no es muy extendida en los foros sobre prostitución o entre los compañeros puteros que conozco, ya que llamaban a Scarlet timadora por aquello que hizo conmigo. Yo discrepo profundamente. En su anuncio no garantizaba la penetración y por mucho que se pueda presuponer porque muchas que no hacen mención directa a los servicios, pues saben que esto supone lo que supone, me parece fantástico que ella se agarre a eso.

Y, del mismo modo, Amor decide que lo que ella ofrece, en este momento, pasa por la penetración y no por charlar.

Así es esto.

Quizás sea difícil de entender, lo es incluso para mí. Sin duda es contradictorio, o tal vez subyace una lógica demoledora debajo de todo.

No lo sé.

Lo que sí sé es que, aún así, somos cuerpos, mentes, sintientes. Y nos importamos. Y encotramos la forma de cuidarnos.

Sí, a veces de forma que pueda parecer surrealista. Pero es nuestra manera.

Como siempre, de nuevo, gracias a todas las mujeres que me han abierto el cuerpo y la mente.

 

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P.D.: No sé porqué he decidido usar pseudónimos para Amor y para Scarlet. Pseudónimo del pseudónimo. Quizás no quería que su reputación se viera afectada, aún cuando creo que ya llevan mucho sin ejercer ambas, o al menos no por el área de Barcelona. Supongo que es, igualmente, mi manera de cuidarlas. No sé.

 

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